Cuentan que hace mucho tiempo en un pequeño pueblecito de un lejano país, existía una tienda llamada la ‘tienda de los deseos’. Su fama se había extendido sobremanera. La gente acudía desde los más recónditos lugares a esta pequeña tienda, que decían, vendía los mejores deseos del mundo mundial. Como se puede esperar, una tienda así no era una tienda cualquiera, el pago no era con dinero, era con conocimientos, pagabas con tu sabiduría. Cuando querías comprar un deseo tenías que enseñarle algo nuevo a Bambalina, la dueña, algo que ella no supiera hasta el momento. Con tantos visitantes Bambalina aprendía mucho y era una ancianita muy muy sabia. Y claro, Bambalina no se dejaba engañar:
Que venía un agricultor deseando una buena cosecha: deseo concedido
Que venía un ricachón que quería tener más y más dinero: por codicioso…salían en calzoncillos
Y es que uno no puede desear cualquier cosa…tiene que pensar bien qué es lo que desea
Qué cuento más bonito!!!
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